- Quieres té?
No respondí, sólo me quedé mirandole de arriba abajo las pecas de la nariz mezclándose con su pelirrojo pelo y sus ojos fijos mirando la cucharilla moverse y haciendo un torbellino en la taza de té. Estábamos al sol, todo resplandecía y ella estaba más guapa que nunca.
- Me escuchas?
No quiero escucharte, quiero mirarte.
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